martes, 27 de julio de 2010

METAL, SUDOR Y FUEGO



Tres elementos fundamentales para la construcción de nuestra maquinaria, una creación mágica con unos resultados también mágicos.
De izquierda a derecha teneis, el macerador, donde las maltas se transforman en mosto, la caldera, donde seguidamente se hervirá el mosto y el fermentador, el encargado de transformar los azucares en etanol (alcohol).

martes, 20 de julio de 2010

LA CERVEZA DE CARLITOS

Los celtas conocían la elaboración de la cerveza y llevaron consigo este conocimiento cuando se extendieron por la península Ibérica, donde su uso y su elaboración se desarrolló muy pronto.

Con el paso de los siglos, sobre todo a partir de la romanización, la mediterránea se consolidó como una zona básicamente vinícola mientras que la cerveza se producía en el norte y centro de Europa y adquiría la forma de lo que entendemos hoy por cerveza. De esta manera, se extiende el uso de la malta como ingrediente principal y también se empieza a introducir el uso del lúpulo como aromatizante. Esta planta cannabacea confiere a la cerveza su sabor amargo característico, a la vez que favorece la conservación.

La cerveza empezó a recuperar su presencia social en España a partir del reinado del emperador Carlos I de España y V de Alemania, que trajo consigo maestros cerveceros de Alemania. Pero por aquel entonces, la cerveza era aún un producto de temporada y queda por primera vez registrada en España entre las pertenencias del emperador a la muerte de éste en Yuste por su Secretario Martín de Gaztelu. No se sabía conservar y con el calor perdía toda su fuerza. Hubo que esperar hasta la Revolución Industrial, en el siglo XIX, época en que se descubrió el frío con métodos de conservación, para poder disfrutar de la cerveza durante todo el año. Por eso, no se puede hablar de una verdadera industria cervecera hasta el siglo XIX, cuando empiezan a aparecer pequeñas fábricas artesanales. La primera gran fábrica de cerveza en España fue abierta en 1864 por el alsaciano Louis Moritz en Barcelona.


lunes, 12 de julio de 2010

EL SEÑOR DE LA ESPUMA




El pasado jueves dia 8 quedará grabado en nuestra memoria por dos motivos; primeramente, por que se cumplieron 44 años de la existencia de nuestro maestro cervecero, y en segundo lugar, por la visita a las instalaciones de CLANDESBIER de un personaje, al cual, el mundo de la cerveza le debe mucho (... o bebe mucho ?). Me refiero a STEVE HUXLEY; alquimista del lúpulo, gurú de la malta, catador insaciable y creador de brebajes a los cuales se entrega en cuerpo y alma; algo que describe con sus propias palabras -"mi religión es la cerveza"-. Trás una figura aparentemente frágil, descubrimos a un convincente y honesto asesor, quedó sorprendido, tanto por la maquinaria que integraba nuestra cadena de producción, como por el sabor,aspecto y textura final del producto, el cual encontró de muy buen agrado, descubriéndonos matices que no habíamos distinguido y aconsejándonos en que puntos se podría enriquecer el resultado final. En la cata destacó la robustez de la "Jo en Vull"(Original), que con sus cerca de 9º de alcohol no dejó impasible a nuestro anfitrión, mientras que la "Jo en Vull" (Bohemia, o PSMN) nos encandiló con su vivo color dorado y nos refrescó el paladar al estilo Pilsner. Los demás detalles, mejor dejarlos para nosotros como recuerdo de una agradable velada.
En definitiva, una experiencia positiva que nos da energía para seguir adelante con el proyecto, afirmándonos que estamos en el buen camino.
Gracias Steve !!!



martes, 6 de julio de 2010

LEY DE LA PUREZA


La ley de la pureza (Reinheitsgebot, en alemán) fue decretada el 23 de abril de 1516 por Guillermo IV de Baviera.
Se establecía que la cerveza solamente se debía elaborar a partir de 3 ingredientes; agua, malta de cebada y lúpulo. Se cree que es la primera regulación legal de un alimento.
La ley no menciona la levadura, que fue descubierta en 1880 por Louis Pasteur como parte del proceso de fermentación de la cerveza. Antes de conocer el mecanismo de fermentación, los cerveceros usualmente tomaban el sedimento de una fermentación previa y lo agregaban a una nueva. Si no lo podían obtener, usualmente ponían una serie de vasijas y en el proceso aparecía "por sí sola" la levadura.
La principal motivación de esta ley se encontraba en que Guillermo IV de Baviera tenía el monopolio de la cebada; de esta manera, al no poder comprarle a nadie un ingrediente básico para la elaboración, no solo aumentó sus ventas sino también el precio, ya que no tenía otros cereales competidores.
Hoy en día, sin embargo, se siguen elaborando cervezas que cumplen esta ley, aunque la motivación es diferente. Las cervezas que cumplen con la normativa de la ley de la pureza de 1516 son una garantía de calidad y no tienen aditivos químicos añadidos.